sábado, 31 de agosto de 2013

Nina

Una vez más vuelvo abrir con la llave la puerta de aquél viejo desván, 
donde está guardado mi antiguo piano y mis recuerdos. 

Desde que era una niña, le he dado vueltas a mi mente.
Canté en ese piano, desgarré mi vestido blanco, grité y lloré.

Y no quiero ver lo que he visto, para deshacer lo que he hecho.
Apagar todas las luces, dejar que la mañana llegue.

Una hoja en blanco sigue esperando su partitura eternamente.
Partí la pluma para crear la melodía del silencio.

En este champán, perdida en la embriaguez para afrontar el mundo. 
Es como me siento cuando cae la noche y estoy sola.

Porque soy un alma difícil de salvar en medio de un océano,
pero lo bordearé con fuerza para encontrar el camino.

Ahora hay una luz azul en mis ojos, y mi amante está en mi mente.
Y cantaré en el piano, desgarraré mi vestido blanco, gritaré y lloraré.

viernes, 16 de agosto de 2013

Era de Cristal

Con el tiempo los seres humanos aprendieron a convertirse en cristal, siendo tan frágiles como él, protegiéndose tras el frío que les garantizaba la ausencia de sufrimiento sin que una lágrima cayese más y les atormentase el alma el mundo y las personas. Se inmovilizaron como estatuas en el reino del silencio, sin que se esbozarse jamás una cálida sonrisa. Renunciaron a vivir toda experiencia encerrados en sí mismos, y, aunque a veces había algunos que se consumían dentro de esa coraza, sabían que era lo correcto, que así estaban protegidos. Ninguno era dueño de sus propias acciones, siendo prisioneros en su cárcel de cristal.
Una vez alguien oyó decir que un pájaro azul paró en su descanso en el hombro de una de estas estatuas de cristal. El pájaro azul, observando al ser impasible, notando su tacto frío, vio a través de sus ojos la melancolía de su alma.
-¡Oh, ser de cristal! -dijo el pájaro- ¡Cómo es posible que tú no puedas disfrutar de la brisa y el movimiento que yo tengo! 
Aguardó una respuesta, hasta que tras el silencio oyó un grito incesante. Compadeciéndose de él, atacó con su pico el cristal con la intención de liberarlo de dicho suplicio. Poco a poco, iba consiguiendo su propósito, apenándose de acabar con su vida, pero sabía que eso era lo que quería su extraño amigo. Entonces, el cristal cayó entero en miles de pedazos. Sorprendido, el pájaro vio que aquél ser aún conservaba la carne, y pudiendo moverse, gritó con todas sus fuerzas su llegada al mundo. 
  Desde entonces hay estatuas de cristal que consiguieron con voluntad liberarse de la coraza de sus sentimientos protegidos, otras que al hacerlo acabaron rompiéndose en trozos de cristal y las que aún perduran estables en el tiempo.