sábado, 4 de enero de 2014

El hombre de hielo

Sus manos acariciaban un rostro firme y frío que frenaba sus sentimientos. El reflejo de sus ojos era los de un desconocido que hacía que se sintiera insegura de sus actos. Había transcurrido un tiempo difícil donde se habían perdido el uno al otro, donde habían dejado de soñar encerrando cada uno los recuerdos bajo llave. Ella sacó la suya para recuperarlos. Él prefirió esperar. Las gotas de lluvia resbalan por su cara, observándole en busca de alguna señal, ¿sería el agua capaz de penetrar su alma y apagar definitivamente su fuego por él? Sólo tenía esa noche para averiguarlo, y él aún permaneciendo en silencio, cediéndole a ella el honor de dar paso a sus palabras… liberación oculta para que sangrase ella primero todo lo que habían vivido y guardaban.
  Finalmente, quedó dicho. ¿Por qué entonces seguía habiendo tristeza después de que todo quedase arreglado? ¿Arreglado? No. Ella era otra parte igual de rota que él, pero decidida a recomponer lo que una vez fue y era, si no era un juego para él, pues entonces les consumirían en un perverso e excitante juego sin límites hasta que sólo uno quedase con lágrimas en los ojos sosteniendo el cuerpo de su amante muerto. Abandonó dicho pensamiento, deseándole como siempre había sido y entregándose… pero seguía teniendo al hombre de hielo.