domingo, 26 de abril de 2015

Desierto

Como dos criaturas oscuras
perdidas en el desierto,
que tragaron demasiado arena
a falta de alimento;
que bebieron demasiadas lágrimas
a falta de agua.
Ciegos quedaron por la tierra,
palpitando cuerpos desconocidos;
oliendo flores marchitas,
clavándose espinas de cactus.
Las huellas dejan marcada la memoria,
prosiguiendo la caída en el reloj de arena.
Lo sublime se desvela
en la inmensidad del desierto.
Una nueva sed se crea
en la lejanía de sus labios.
El sol quema sus cuerpos solitarios,
dos almas desnudas que aprendieron
a viajar para construir sus mundos.
Y siempre soñar con grandes castillos,
más allá de los castillos de arena.