miércoles, 25 de noviembre de 2015

El pájaro carmesí

Cuando regresó a su antiguo hogar a recoger las últimas pertenencias, vio que aquella jaula de su memoria seguía colgando en el balcón de al lado. El canto del pájaro carmesí aún resonaba en sus adentros produciéndole en la piel el renacer del fuego que vivió en ese infierno. Cada paliza, lágrima y grito era la asociación de su canto. La violencia es el último aguante para replantearse la vida. Así que aprendió a ser fuerte y abrir la puerta de su cautiverio, pues los seres alados no sirven para vivir en prisión.

sábado, 21 de noviembre de 2015

En sus ojos

Se llamaba Claudia, una niña preciosa con ojos grandes oscuros. Eduardo la amaba, pero los días pasaban sin que ella le mirase, refugiada siempre en su torre de libros. Una triste tarde, un cuervo se posó en su hombro, y la muerte invadió el corazón de Eduardo. Cuando pudo ver estaba ante un libro, llorando lágrimas de sangre… ¡desde los grandiosos ojos de Claudia, ya siempre suyos!

viernes, 13 de noviembre de 2015

Estatuas de Sal

Nunca supimos cómo llegamos a la playa,
cubierto el cielo de un tono gris,
volando las gaviotas en llamas. 
Nuestro abrazo quedó fundido en la orilla,
con los ojos puestos en el horizonte.
  
El agua arrastró los castillos de arena,
convirtiendo el momento en pasado 
para que el corazón lo recordase.

Fuimos estatuas de sal empapadas de lágrimas,
unidas aún cuando la marea nos cubría, 
y luego bajaba, 
sin temer días y noches de tempestad. 

martes, 10 de noviembre de 2015

Confeti

Nunca le gustaron las fiestas, hasta el día en que la conoció sintiendo la invitación en su mirada. Ella le sorprendió con el regalo de su cuerpo, y juntos danzaron al ritmo del deseo y se embriagaron de besos. 
 Cuando despertaron estaban cubiertos de confeti que el viento no tardó en llevarse.

lunes, 9 de noviembre de 2015

La sabia del roble

Fue en una época oscura de mi vida, consumida por el dolor, y perdida en mí misma, cuando mi madre decidió llevarme a conocer el roble que para ella era tan especial en su antiguo hogar. Fue entonces cuando me contó la leyenda de la sabia del roble. 
 Hace mucho tiempo, existió una mujer perteneciente a una tribu que vivía en armonía con la naturaleza, teniendo cada persona un don especial. Nayra poseía la magia de percibir y transmitir sus sentimientos con sólo una mirada o contacto. Un día, un forastero llegó a la tribu herido y Nayra lo atendió, despertando en él las pasiones de su corazón. Ella abandonó su hogar con él y formó una familia en su tierra. Pero los hombres de allí eran bárbaros, y no tenían conciencia alguna en sus pensamientos. La razón era instrumental, encaminada únicamente a la satisfacción de sus fines propios, egoístas y manipulables, perdiéndose en su utilitarismo toda la humanidad. En su tercer embarazo, la imposibilidad de acceder a la mente dormida de su esposo y la forma en que este educaba a sus hijos, la llevaron a huir lejos hasta encontrar en su camino un roble. Su húmeda madera le llevó la llamada de la naturaleza; le habló sobre la esperanza y la educación de los seres humanos desde su origen. Nació su primera hija y, día tras día, acudían al roble a nutrirse de sabiduría para llevarla a la civilización y despertar las mentes. 
  Una luz salvadora había desvanecido la oscuridad: me había encontrado.