jueves, 16 de febrero de 2012

El camino de la Mariposa

Metamorfosis

Abrió los ojos cuando la oscuridad se había ido, apareciendo en un campo de flores muy parecido al que había una vez en su antiguo hogar. El corazón se le encogió recordando los buenos momentos, como los amargos, de su vida antes que el sueño le invadiese por completo. Algo había cambiado en ella, no sabía con exactitud el qué pero una fuerza misteriosa recorría por todo su ser, y su cuerpo, lo observó más fortificado, su rostro más fino y reluciendo una melena como nunca antes había tenido. Un breve viento sopló manteniéndola en alerta, dándose cuenta de la aparición de un anciano con rasgos orientales. Él la observó durante un breve tiempo mientras permanecía nerviosa en el lugar, hasta que una escandalosa carcajada soltó asustándola.
   -¿Por qué se ríe así?... ¿Qué hago aquí?
   -¡Silencio! Aquí yo soy el que hace las preguntas, tú no eres más que una aprendiz que tendrás que buscar las respuestas de tus propias preguntas. Yo sólo te mostraré el inicio del camino y todo lo demás dependerá de tu fuerza para superar los obstáculos. Seré tu Maestro en el viaje y acudiré siempre a ti que lo crea oportuno. Así que dime, ¿te crees con el suficiente coraje para ser digna de alcanzar las siete virtudes del Bushido?
   -Si es lo que me ayudará a buscar respuestas, acepto.
  -Pequeña ilusa, tarde o temprano te darás cuentas que las grandes preguntas no tienen respuestas, sólo invenciones de los humanos para afrontar sus miedos frente a lo desconocido. Bien, para empezar, tendrás que tener un nombre pues el tuyo ya no sirve… ¿Qué tal Mariposa? ¡Sí! Ya lo creo que me gusta. Bien, ahora debes de saber un par de cosas antes de comenzar. La primera, el motivo por el que estás aquí, es porque has sido una de las elegidas en despertar de tu cautiverio. ¡Oh! ¿Estás notando cómo la tierra tiembla? Tu crisálida de mariposa se está rompiendo para que dé comienzo tu misión.
   -¿Qué tipo de misión? Esto no me está gustando nada –observó que el suelo empezó a derrumbarse llegando, poco a poco, hacia donde estaban sin que el anciano se inmutase.
   -La segunda, emplea las armas adecuadas cuando lo convenga cada situación. Las circunstancias te enseñarán a saber utilizarlas bien. La tercera, aprende a levantarte mil veces si mil veces caes: rendirse es de cobardes. Y la cuarta…
    -¡¿Cuál?!
   Pero el anciano desapareció dejándola con la intriga y en medio de aquél caos. Cuando no pudo correr más, quedándole apenas espacio para moverse, vio una luz en el cielo mostrando el paisaje de una catarata, como si se tratase de una puerta. Ella notó su cuerpo desvanecerse mientras era absorbido por la entrada, y siendo esa su única opción, se dejó llevar para salvarse de la destrucción del campo de flores… Un bello campo de flores muy parecido al que había una vez en su antiguo hogar.

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