-¡Magnífica,
Juliette!
-Disculpe, ¿es usted Juliette, la cantante francesa? –le preguntó de repente el hombre.
Entre halagos, bajó
del escenario mostrando una sonrisa forzada. Había sido otro de sus
conciertos de balada en Chicago, acabando rendida ante el estrés
acumulado.
Sin querer quedarse
por más tiempo, fue directamente a su camerino, cogió el bolso y salió hacia la
parada de taxis. Tenía previsto, como cualquier noche abrumadora, dirigirse a
su local favorito de la ciudad: Chicago Blues. Era su lugar sagrado donde se
evadía escuchando blues mientras bebía el dulce vino a pequeños sorbos.
Llegó sintiéndose
en la gloria, pidiéndole al barman el vino y tomando asiento en la solitaria
barra. No pasó mucho, cuando un hombre apareció agitado de la calle, sentándose
a una distancia de dos sillas de ella. Juliette le observó con disimulo
mientras pedía. Tenía las facciones atractivas, aunque con ojeras marcadas, los
ojos oscuros como el carbón y vestía con una camisa blanca con una corbata
desabrochada, dándole un aspecto descuidado.
Durante unos
minutos, permanecieron en silencio, escuchándose sólo el tema de blues.
Everybody's got the fever,
that is something you all know.
Fever isn't such a new thing.
Fever started long ago.
-Disculpe, ¿es usted Juliette, la cantante francesa? –le preguntó de repente el hombre.
-Ha acertado. No
sabía que en tan poco tiempo se quedarían con mi cara –sonrió con simpatía.
-Tienes un fino
rostro difícil de olvidar al igual que tu voz. Me llamo Paul, aunque cuántas
veces me habré presentado para nada… ¿Viene mucho por aquí?
-Con frecuencia: me
gusta la música blues.
-Así que viene para
desconectar como otros muchos. Yo también, creo que es importante para no
sobrecargar el alma. Dicen que el mundo es grande, sin embargo pocos sitios hay
donde se puedan disfrutar en armonía sin estar contaminados. Ya nadie piensa,
sólo quieren lo que otros dicen que deben querer sin esforzarse en preguntarse
que quizás todo sea una trampa.
Paul dejó de hablar
para beberse de un golpe su copa, pidiendo luego otra al barman.
Thou giveth fever when we kisseth.
Fever with thy flaming youth.
Fever, I'm afire.
Fever, yeah, I burn, forsooth.
-Yo llegué
dispuesta a Chicago para realizar mi sueño de ser una cantante famosa –le habló
para seguir conversando, después de haber encontrado a alguien interesante en
mucho tiempo–. Mi representante me ayuda mucho, aunque a veces sea muy estricto
cuidándome la imagen, no sólo la superficial, sino también mi trabajo
artístico. Me gustaría llevar el estilo de mi música a otros dominios, a
cosas más personales, pero eso no es lo que vende.
-Te imagino dentro
de unos años, cuando seas una gran cantante, revelándote con tu música contra
todos ellos. Espero que cumplas tu sueño y no estés encadenada por mucho tiempo
a algo que no te llene.
-Estaré todo el
tiempo que sea necesario hasta ese día –sacó del bolso un cigarrillo que Paul
se ofreció en encender con amabilidad–. Gracias. ¿Y tú has pensado en qué te
gustaría hacer?
-¿Yo? La verdad es
que soy una persona inconformista. Simplemente vivo y lo que surja ya se verá.
No calculo tanto las cosas como tú, sin ninguna intención de ofender.
-Tranquilo, me
gusta escuchar opiniones diferentes. ¡Qué aburrido sería estar solos sin
debatirnos!
Ambos se miraron,
sin poder evitar soltar una carcajada. Él sacó de su bolsillo una caja de
cigarrillos mientras ella se retocaba los dos pelos rebeldes de su recogido,
mordiéndose el labio inferior.
What a lovely way to burn.
What a lovely way to burn.