lunes, 7 de noviembre de 2011

Elizabeth

Elizabeth Martínez tiene nueve años,
es una niña tranquila, responsable y humilde
pero demasiado centrada en sus cosas.
A veces le gustaría poder crecer más deprisa
para ser una famosa artista.

La estancia en su casa es acogedora,
viviendo con sus padres, perro y hermana
aunque preferiría habitar sola,
en el castillo de Bran en Transilvania.
Allí dibujaría y escribiría sobre sus más queridos deseos,
sin importarle perder el tiempo.

Cuando va al colegio se sienta sola y no habla.
Desentendida de toda conversación, perdida en
su mundo feliz está. Hace dibujos en su cuaderno
mientras otros niños hacen los ejercicios, planeando
los personajes de su próxima historia.

No tiene apenas amigos pero Elizabeth no los necesita,
teniendo a Pobby y Dingan, los mejores del mundo.
Mientras otras niñas leen revistas juveniles,
ella prefiere las novelas góticas que abren su imaginación.

Odia con gran disgusto cómo la sociedad le impone
sus gustos, pues es Tim Burton su ídolo soñado.
Peinándose como él, su madre siempre la corrige
arruinándolo con una diadema cuyo color insoportable es.

También admira los trabajos de Victoria Francés, donde
las imágenes siniestras y oscuras cobran vida apasionándola.
Pero su madre, como una sombra, ahí está para decirle lo que
debe: “Una niña no debería de comenzar por esas cosas, varía tu
estilo o céntrate en estudiar para tu futuro”.

Otro suplicio reside en las burlas de sus compañeros,
que la consideran rara por no ser igual que ellos.
Elizabeth odia la monotonía, y se imagina
vengándose enterrándolos vivos en el cementerio.

Estando leyendo una tarde, Hamlet de William Shakespeare,
sus padres y tutor irrumpieron en su habitación. Elizabeth
quedó sorprendida y, con una explicación, su tutor le dijo:
“Estamos aquí para ayudarte en tu aislamiento, esta situación tuya es
un delirio que tiene que terminar. Debes de aprender a socializarte
con los demás y estudiar más, así que baja de una vez al mundo real,
que de sueños no se puede aquí vivir”.

Espantada de las palabras que iban perforando su cerebro,
pidió ayuda a Pobby y Dingan pero no los encontró, después
salió al exterior pero le horrorizó lo que encontró. Consumida
tanto tiempo en sí misma, le fue imposible adaptarse a la realidad.

Permaneciendo sola de nuevo en su cuarto, meditó sobre la
supuesta solución, abatida de luchar más contra lo inevitable.
Cerró los ojos y deseó desvanecerse mientras entregaba su
cuerpo y alma a una realidad del que dudaba su felicidad.

2 comentarios:

  1. Inspirado de Vincent (Tim Burton) con gran amor.

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  2. Hola Nieves! me ha gustado mucho, soy una gran fan de Tim Burton!

    No sabía que tenias un blog, soy Marina de la clase.
    te sigo!!

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