martes, 4 de septiembre de 2012

Noches de blues II

   -Otra vez tu marchita cara de nuevo… Maldita seas, Rose. Te pondré maquillaje para que vuelvas a florecer; así tus mejillas volverán a sonrojarse, tus ojos se iluminarán y tus carnosos labios incitarán al pecador. Una bella flor más en el jardín, ¿cierto?
   Rose se contempló seria en el espejo. Esta vez sus lágrimas no conseguirían salir. Sin querer ver más su reflejo, asimilando las cosas, abandonó la asfixiante habitación.
   Caminó con un dolor de pies por los tacones, cuando vio que no podía más. No sólo era su malestar físico, sino mental que cada día iba consumiéndola. Observó que estaba cerca del local Chicago Blues, donde conocía al dueño que a veces solía invitarla a las copas. Apeteciéndole tomar algo, se dirigió allí.
   Había más gente de la costumbre, sonando buena música y bailando algunas parejas. En la barra estaba el joven barman que era sobrino del dueño, poco más sabía de él pero se le veía un chico responsable. Reconociéndola, le sirvió lo de siempre y Rose fue a sentarse en uno de los sitios libres, perdiéndose en su mente como un océano.

I must be strong and carry on, cause
I know I don't belong here in heaven.




Era la tercera vez que un hombre, entre unos cuarenta años, aproximadamente, dirigía su mirada hacia ella.
    Estaba escribiendo en un cuaderno, sin mostrar estar muy concentrado. Rose le ignoró, bebiendo en su soledad, cuando de pronto él se acercó para su sorpresa.
   -¿Qué quiere? –le preguntó directa.
   -¿Podría sentarme con usted?
   -No.
   -Ya veo… Eres una de esas chicas que les gustan jugar a hacerse las difíciles –su tono fue de humor, pero Rose permanecía aún en su actitud seria.
  -¿Acaso me conoce para opinar? Tan sólo quiero estar sola: tomarme tranquila mi whisky, meditar y volver a casa… Deseo desconectar de habladurías sin sentido, palabras que empiezan a agujerearme la cabeza. Quiero disfrutar del silencio, estar aquí sin tener a otra persona con el deber de decirle lo que quiera oír –Rose se dio cuenta que estaba hablando más de la cuenta–. Déjeme tranquila y váyase a buscar a otra o a seguir escribiendo en su cuadernito.
    -Siento si la he molestado.
   El hombre se retiró con una sonrisa a su sitio. Por un momento, ella no le dio importancia, olvidándose de lo ocurrido y centrándose, con la mirada perdida, en los restos de la bebida de su vaso. Los dos hielos iban derritiéndose poco a poco.

Beyond the door, there's peace I'm sure.
And I know there'll be no more tears in heaven.

  Finalmente, no pudo aguantar más. Rose se levantó y fue a pedirle disculpas por su comportamiento. Él estaba tan sereno que se sintió hasta estúpida.
   -Esperaba que volvieras, la verdad. Ya que estás aquí, ¿por qué no te sientas? Siempre que quieras, por supuesto –sin decir nada, se sentó, cruzando las piernas, frunciendo el ceño–. Me llamo Stephen. ¿Y tú?
   -Rose… ¿Qué hace con ese cuaderno?
   -Escribo la segunda parte de mi próxima novela.
 -¡Oh! Es escritor. Le felicito que pueda hacer dos cosas a la vez: trabajar y cortejar. Lamentablemente, dudo que sean productivas.
   -Al menos lo intento, ¿verdad? –otra vez con ese detestable humor para Rose–. Hacer lo que quiero es más importante que ser esclavo de lo que no quiero. Creo que nuestras acciones deben elegirse por nuestros sentimientos y la satisfacción personal, los logros materiales y el reconocimiento sólo envenenan el alma en un círculo vicioso… hasta que un día todo se acaba.
   -Pues a mí me haría muy feliz contar con grandes cantidades de dinero. No sólo compraría cosas, sino que podría viajar y permitirme tener más oportunidades en la vida, como estudiar las carreras que me diesen la gana. ¿Acaso eso no influiría favorablemente, Stephen?

Used to be so easy to fall in love again.
But I found out the hard way,
it's a road that leads to pain.

    -¡Hey! ¿Por qué no contestas?
   -Lo siento… –se disculpó volviendo en sí– ha sido un momento sagrado que he querido disfrutar, guardar en mi mente. Tú, esta canción, el lugar… Soy escritor y no tengo palabras para definir tal estado; hay tanto concentrado en milésimas de segundos.
   -Deja de hablar así de mí, me incomoda. Tú no me conoces, no sabes nada... –intentó no sobrepasarse como antes–. Supongo que la situación te hizo idealizarme más de la cuenta.
    -Quizás…
   Though the days come and go.
   There is one thing I know
   I've still got the blues for you.

   Sus ojos eran como abismo, no había forma de penetrar en ellos. Un aura le envolvía sin que Rose pudiese estar tranquila, moviendo sin parar su pierna. Aquél desconocido le estaba causando una extraña sensación que odiaba, pero al mismo tiempo, deseaba más.
   -¿De dónde es, Stephen? Su acento le delata.
  -La familia de mi madre es argentina. Conoció a mi padre aquí en América, pero yo nací y pasé mis primeros años en España. Luego estuve por casi todo el mundo: a mis padres les apasionaban viajar. Al principio me afligía ante todo abandonar a mis amigos, pero después te vas dando cuenta que los amigos vienen y van, cada uno va tomando su propio camino… No es bueno depender de nadie, debes de seguir tu propio camino y disfrutar del viaje. El acento que tengo no es sino la mezcla de todas las lenguas donde he convivido. He estado toda mi vida rotando, llenándome de experiencias, que ahora me es imposible establecerme en un sitio.
   -Un aventurero sin duda. A mí el único lugar que me gustaría ver es París. La Torre Eiffel debe ser magnífica con sus luces en la noche.
    -¿Sólo París? Hay muchos lugares dignos de conocer. Por cierto, ¿de dónde eres tú?
   -Mi madre era rusa, murió hace tiempo –contestó apartando la mirada hacia una pareja que bailaba para ocultar el dolor de sus recuerdos.
   -¿Y tu padre?
  -Nunca hablo de él. Para mí nunca existió un ser tan despreciable que vivía a consta de los demás infligiéndoles daño. Imagino que seguirá vivo, pero no sé nada, ni lo quiero saber, desde la muerte de mi madre. Abandoné mi hogar a los diecisiete y me busqué la vida.
   -¿Dónde fuiste en esas circunstancias?
   -Deje de preguntar tanto, mi vida no ha sido ni es un cuento de hadas. ¿De verdad quiere saberlo? Utilice su imaginación para averiguarlo, señor escritor.
   -Yo puedo ver muchas cosas a través de tus ojos sin necesidad de preguntarte más.
   -¿En serio? ¿Y qué ve? –Rose se maldijo por preguntárselo después.
  -A una chica asustada, que llora cada noche en la oscuridad para que nadie la vea. A una chica que una vez tuvo grandes sueños construyendo flores de papel, que luego dejaba en las ventanas de las casas con la ilusión de que alguien las apreciase –su piel iba poniéndose de punta con cada palabra que decía–. Hasta que te perdiste cayendo en el abismo. Allí gritaste, pero nadie acudió porque tú sólo lo hacías en el silencio.
   -Pare, por favor...
   -Una vez existió esa chica llena de sueños… ¿Acaso no serías feliz volviéndola a sacar?
   -¡Basta!
   Rose se levantó de golpe, mirándolo con furia, ocultando su temor sobre cómo era que sabía tanto de su vida. La música de Bessie Smith de fondo, que tanto le gustaba, ahora detestaría por el amargo recuerdo que tendría en mente cada vez que la escuchase.
   -Puedes gritar, pegarme, huir… todo lo que quieras. Pero nunca niegues quien eres: tú.
   -¡No quiero escuchar más tus inútiles historias!
  Se giró para que no viese sus tristes ojos a punto de llorar. Entonces, Stephen la abrazó por detrás transmitiéndole un reconfortarle calor como hacía tiempo que no sentía. A pesar de haberla hecho sufrir, deseaba permanecer en sus protectores brazos, que el tiempo se congelase. Cuando se dio cuenta, estaba llorando.
   -Tranquila, Rose. ¿Por qué no vas al baño y te despejas? –le dijo con voz dulce.
  Afirmando con la cabeza, fue al baño. Allí se enfrentó como de costumbre con su reflejo, observando el terrible aspecto de su maquillaje corrido. Reflexionó sobre su vida, si de verdad quería permanecer tan fría y destrozada. Puede que un año más aguantase hasta que las ganancias fuesen suficientes para comenzar una nueva vida, ¿pero podría? Mientras lo pensaba, iba desmaquillándose con el agua, rasgando su piel de la forma tan dura que lo hacía. Tenía que ser fuerte, afrontar su situación buscando las mejores salidas. Tal vez costase demasiado, se caería mil vez, pero mil veces aprendería a levantarse y luchar… luchar por un sueño. 
   Cuando Rose volvió a la mesa, Stephen había desaparecido. Miró a su alrededor pero no lo encontró, tan sólo una flor de papel encima de la mesa. La cogió recordándole a las que hacía en su pasado, sorprendiéndose al observar unas letras escritas. Deshaciéndola para poder leer lo escrito, leyó en voz alta:
  -“Una vez conocí a una chica de ojos tristes. Juntos, abrazados con nuestros cuerpos desnudos bajo la sábana, compartimos un momento de intimidad. Yo la escuché hablar de un campo de flores donde correr en libertad, mostrando el brillo de la felicidad en sus ojos, porque ella sólo conocía flores de papel en su prisión. Hace años que conocí a esa chica, ¿podrías decirme si aún te acuerdas?”

I'm sorry baby, but I can't afford to stay.
Your good, kind treatment will worry me someday.
I love you baby, but I'm gonna have to say goodbye.
Woman, I got to move, I really got to fly.

2 comentarios:

  1. * Notas:
    -Las canciones que suenan son: "Tears in heaven" de Eric Clapton, "Still got the blues" de Gary Moore, "Nobody knows you when you're down and out" de Bessie Smith y "Same old blues" de Eric Clapton.
    - La imagen es de Fabián Pérez. Os recomiendo que veáis su trabajo, tuve la intención de poner la imagen de "Cynzia at Las Brujas" para darlo más a conocer. http://fabianperez.com/bio.html

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  2. Mee gusta, y las canciones exquisitas!
    No puedo ver ahora lo de Fabián Pérez pero sin duda lo tendré en cuenta ;)

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