El objeto envuelto llegó a sus manos en una mañana gris. Kaira fue hasta el lugar desde donde partió el barco llevándose a su amado. Su canto de sirena no pudo retenerlo, navegando por un mar de sangre de Noruega. Sólo llegó a ella aquél obsequio, un pendiente de oro recuerdo de su travesía en la batalla de Nesjar, que lució con lágrimas: tan sólo uno... El otro se había perdido, como tantas almas.
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