Había leído numerosos libros
y tenido ideas para crear el suyo propio,
pero nunca se atrevió.
Hasta el día en que conoció a Eva Luna,
que le ofreció su cuerpo y el pincel
para cubrirla de las primeras letras de su historia.
Él era su amante, él era su autor.
Con el tiempo la fama le cegó,
sin ver, lejos de ella,
lo que había tras la piel.
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