Dieron a luz a aquellos seres humanos de almas impuras, las madres de monstruos que calmaron sus gritos. Amaron a todos sus hijos, desde el tirano sin corazón al asesino con las manos manchadas de sangre. Se aferraron a la esperanza de que vieran la luz en sus vidas; logrando algunas la visión con lágrimas y otras la oscuridad desde sus tumbas.
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