miércoles, 18 de diciembre de 2013

La llamada del desierto

Sólo una pincelada más y la obra por fin estaría acabada. Otro cuadro más donde mis sentimientos se plasman en confusión, donde con el paso del tiempo desvelaría la verdad que encierra. Delicadas líneas y pliegues se fundían en tonalidades diferentes atravesadas por grandes manchas rojas y negras, fiel a mi impulso que estuvieran. Cierro los ojos cuando cojo el pincel, lo mojo en un bote por azar de pintura y marco lentamente el último trazo. Los abro. Contemplo mi extraña obra, haciéndome preguntas que quedan lejos algunas de tener respuestas que no cambien; no reconocerme como la autora de mi propia creación. Mi arte siempre volverá a mí como a una amada con la que se ha tenido una desavenencia, marcando su fuerte llegada por todo mi ser. 
 Descansando, veo por un momento la obra de uno de los chicos de la clase de pintura, dándole espesas pinceladas aplicando la técnica de impasto. Me fijo en él con más detenimiento siendo de repente atraída. Escogía colores cálidos formando un desierto, un lugar inmenso desconocido, un secreto con una llamada hacia él. Surge la vinculación que escapa a toda palabra y explicación en este mundo. Entonces noto que mis lágrimas cubren mi cara y el joven me mira asombrado con sus ojos negros como el carbón y profundos.    
  -¿Qué te pasa? 
  -No lo sé…

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