viernes, 13 de noviembre de 2015

Estatuas de Sal

Nunca supimos cómo llegamos a la playa,
cubierto el cielo de un tono gris,
volando las gaviotas en llamas. 
Nuestro abrazo quedó fundido en la orilla,
con los ojos puestos en el horizonte.
  
El agua arrastró los castillos de arena,
convirtiendo el momento en pasado 
para que el corazón lo recordase.

Fuimos estatuas de sal empapadas de lágrimas,
unidas aún cuando la marea nos cubría, 
y luego bajaba, 
sin temer días y noches de tempestad. 

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