lunes, 9 de noviembre de 2015

La sabia del roble

Fue en una época oscura de mi vida, consumida por el dolor, y perdida en mí misma, cuando mi madre decidió llevarme a conocer el roble que para ella era tan especial en su antiguo hogar. Fue entonces cuando me contó la leyenda de la sabia del roble. 
 Hace mucho tiempo, existió una mujer perteneciente a una tribu que vivía en armonía con la naturaleza, teniendo cada persona un don especial. Nayra poseía la magia de percibir y transmitir sus sentimientos con sólo una mirada o contacto. Un día, un forastero llegó a la tribu herido y Nayra lo atendió, despertando en él las pasiones de su corazón. Ella abandonó su hogar con él y formó una familia en su tierra. Pero los hombres de allí eran bárbaros, y no tenían conciencia alguna en sus pensamientos. La razón era instrumental, encaminada únicamente a la satisfacción de sus fines propios, egoístas y manipulables, perdiéndose en su utilitarismo toda la humanidad. En su tercer embarazo, la imposibilidad de acceder a la mente dormida de su esposo y la forma en que este educaba a sus hijos, la llevaron a huir lejos hasta encontrar en su camino un roble. Su húmeda madera le llevó la llamada de la naturaleza; le habló sobre la esperanza y la educación de los seres humanos desde su origen. Nació su primera hija y, día tras día, acudían al roble a nutrirse de sabiduría para llevarla a la civilización y despertar las mentes. 
  Una luz salvadora había desvanecido la oscuridad: me había encontrado.

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