lunes, 31 de agosto de 2015

Amor en Montreal

Cantaba la canción de su infancia mientras caminaba apoyándose con fuerza en el bastón por el sendero cubierto de las hojas del otoño.
 Los años en que Montreal resplandecía en su vida; aquellos años que consideraba el cenit de su existencia, habían quedado atrás.
 En aquél paisaje olvidado, conoció al único amor que hizo resurgir, de las profundidades oscuras de su ser, su cálido corazón; aquel con el que descubrió y aprendió el arte de amar; la persona con la que compartió su vida complementándose, sus mundos independientes que crearon un tercero pleno de los dos.
 Un soplo de viento levantó las hojas caídas en el suelo del parque, meciendo su melena de nieve; un viento con evocaciones del pasado, tan distinto y tan semejante a un tiempo.
 Ante ella vio la silueta fantasmal que la había acompañado en cada rincón de la ciudad; la silueta fantasmal que aún palpitaba en su corazón en llamas. Sus miradas se cruzaron en silencio durante un instante en el que el tiempo que dejó de existir.
 También él, de vez en cuando, se reunía con sus recuerdos.

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