Ya está tejiendo su red de pescar, pretende atraparla junto a él, oler el salado aroma del mar salvaje. Transcender en el pensamiento de la inmensidad de aquellas aguas agitadas donde ella aparecía con su belleza en la pintura del cuadro, incitándole a su mundo. Se echa al hombro la red de pescar y se dirige a la orilla, esperando su canto de sirena, soñando con poder atraparla.
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