Aún me queda tiempo, amada mía,
para saber si esta noche nuestros fantasmas
descansarán por siempre en paz con el luto
del camino de las luciérnagas y el canto de los grillos.
Qué energía fue la que te originó, luz mía,
que yo ya no sé volver a ver sin cegarme.
Ni el humo del tabaco que fumo a orillas del mar
puede ya trazar la forma de tu cuerpo.
Será que ya queda poco; será que ya todo terminó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario