Ai,
instruida desde años, aprendió todo
lo
que le enseñó su maestra. Hecha
una
gran artista, habiendo conseguido
el
mundo, su esplendor tenía el precio
justo
en el trabajo.
La
geisha baila, recita, canta, ama y toca
bellos
instrumentos. ¡Benditas cualidades
del
ser humano pero qué atormentada vida
esclavizada!
Ai nunca imaginó tal soledad.
Los
lujos quedaban ya lejos, los clientes
inaguantables
y su corazón en hielo se
convirtió,
pobre geisha que ni siquiera
mayo
el amor te devolvió.
Angustiada
en su jaula de oro, anhelando
la
muerte un día se le presentó. Nunca
imaginó
un cruel destino como aquél.
El
alma perdida sin fin allí.
Me encanta cómo combinas las imágenes con lo que escribes. Transmite mucho :)
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