jueves, 30 de julio de 2015

Querido Jean-Luc

Necesito decirte que el suelo que piso empieza a temblar; a destruirse el mundo que tú y yo conocimos. Mis ojos han ampliado su visión más allá de lo que pudiera imaginar. El alimento que me mantenía ya no me nutre, retorcida en esta hambre voraz que me llama. 
 Podría seguir esperándote hasta tu regreso de Montmartre para contártelo con mi propia voz, marchita como una rosa en un jarrón de cristal, pero mis pulsiones me lo impiden. 
 Mirando una vez más, mientras escribo, el gran cuadro que heredé de mi abuela, con el mar y las personas que bailan alrededor del fuego, quiero ser yo otra loca más retratada; que viva con la llama intensa y todos los colores. Quiero viajar sola a conocer el mar… Completamente sola; pues, si me acompañaras, mis ojos no podrían verte. 
 Ayer tuve un sueño: me servía de los bosques para construir un barco para naufragar en la inmensidad del mar. Y las olas me llevaron hacia la orilla de mi destino, comenzando mi camino en aquellas tierras llenas de deseo. Un sueño dentro de un sueño.
 Es la hora de partir, querido. Ojalá tú también te encuentres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario